miércoles, 2 de mayo de 2012



Roma

Hay algo en cada rincón de una calle, allí en las esquinas, que rebota respuestas. Baste pensar y lanzar una pregunta al aire, como si se tratase de la moneda de la suerte, para que haya un cruce de intensiones y palabras en la esquina siguiente, cuando no en la misma. Quizás se trate de una obstinación en las ideas que conecta momentos y personas para fortuna del azar. Es así como el hombre del metro puede preguntar a una rusa si es colombiana después de recordar que aquí piensan que soy rusa; o una mujer decir a su acompañante "éste es el café del Greco", segundos después de preguntarse por él. Parece que el mundo nos dicta instrucciones ["vaya por aquí, gire allí, cruce por acá"]. Eso también nos lo debe la cuántica.