sábado, 7 de abril de 2012

Ella



María tiene 92 años y es medio sorda y aguardientera. También tiene un corazón gigante, de los que botan sonrisas a los extraños. 

- "María, ¿por qué no se consigue un novio?"
- "¿Y yo para qué quiero un novio?"
- "Pues para que la saque a pasear".
- "Para pasear yo necesito es plata, no un novio".

María dice que los hombres se van si uno no les preparara el almuerzo. "Los matrimonios ya no duran porque las mujeres quieren mandar y eso no es así. Si uno se casa, el hombre es el que manda". María se casó con Alfonso hasta que la muerte los separó. Alfonso la quería mucho y siempre tomaron juntos. Él era diabético y le quitaron una pierna. Pero es que a María le gustaba tanto el aguardiente, que a Alfonso no le importó la pierna si la lógica era acompañarla en sus tragos. 

María me regaló un reloj porque ya casi cumplo años. El reloj era de ella pero me lo dio porque sí. Nunca compra nada; todo lo que regala es de ella. Uno le dice al reloj "¿qué hora son?" y de repente responde "son las horas del corazón". Claro que el reloj de María no quiere que me case, pese a que antes eso era lo importante. "A Alfonso lo asediaban mucho pero yo me batí entre todas esas viejas y me casé. Antes como que era así, las niñitas se peleaban por un viejo ahí echado". María se casó joven pero el reloj que me dio no quiere que me case. Ella, en cambio, dice que mi primo, un año mayor, ya está en edad de casarse. "Pero mejor que no se casen tan jóvenes porque se consiguen malas muchachas"… de las que no hacen el almuerzo, supongo. 

María dice que soy igualita a Gladys. "Si fuera un poquito más trigueñita sería calcadita". De Gladys heredé casi todo menos algunas cosas esenciales: el pelo, la estatura y la cabeza maltrecha. Lo del pelo es triste cuando sueño que me peino frente a un espejo; lo de la estatura también porque de ser más grande intimidaría mucho y a lo mejor a uno lo quieren proporcional a la estatura. Carlos piensa que sí heredé la cabeza maltrecha, aunque quiere creer que no. Graciela piensa lo mismo y a veces lo niega y a veces lo afirma. Yo no quiero la cabeza maltrecha de Gladys. Yo digo que esa se la llevó Ricardo que de pasó se la quitó en un día de locura. Gladys y Ricardo se parecían mucho, sobre todo porque Ricardo sí era más trigueñito, alto y de cabeza maltrecha. 

María era tía de Gladys. La primera tiene 92 y la segunda murió a los 51. Siempre pensé que Gladys había muerto a los 48, que había parido a Lizeth a los 39 y que Carlos le llevaba 19 años. Gladys no era aguardientera como María, sólo le gustaba bailar y bailar como si no hubiese mañana. Y no hubo mañana. En eso también me parezco a Gladys. Normal.

- "María, ¿por qué no se consigue un muchacho?"
- "Porque si me consigo un muchacho me mata".

María me regaló un reloj al que le preguntaba "¿qué hora son?" y en seguida le respondía "son las horas del corazón".

2 comentarios:

Norman dijo...

Esto de mandar en el matrimonio es asunto complicado. GEneralmente se dice que todo tiene que ser en el sentido machista en el que es el hombre quién tiene la riendas en el hogar, pero no es así. Los chistes, hasta los de vieja data, asumen que el hombre se queja mucho de la mujer porque es muy mandona. Puede que la mujer cocine para su hombre pero esa sumisión no viene sola sino acompañada de un fuerte carácter. Uno que hace que mande. Sobre eso hay una cita muy bonita en cien años de soledad, dice algo así:

“Usted podrá mandar en toda la ciénaga, pero en mi casa mando yo”

Y va uno a ver y es verdad. Lo de que la gente no se casa es por otras vainas que no vienen ahorita al caso.

Lizeth dijo...

Coincido. Normal. Mientras escribía pensaba en que, en efecto, antes la gente se quería más. No sé si la sumisión y el mando tácito tengan algo que ver, habría que pensarlo. Normal.

[Yo con este blog tan privado sí puedo pasar por placer culposo].